Brought to you by ISI-CNV


RESEÑA HISTORICA PRELIMINAR

L estudio crítico sobre el Hipnotismo y Sugestión del ilustre doctor Guillermo Wundt que consideramos imprescindible en nuestra Biblioteca, por su alto valor científico, acaso para el público a que la destinamos, que es el de los hombres curiosos, estudiosos, con deseos de ensanchar su cultura, pero no hombres de ciencia en la acepción corriente de la frase, podría parecer inadecuado a los fines que nos proponemos para aquellos que carezcan de un conocimiento más o menos completo de la materia en que de un modo tan claro y metódico profundiza el sabio profesor de la Universidad de Leipzig.

Teniendo esto en cuenta, hemos creído oportuno dedicar unas páginas a la historia y vicisitudes del hipnotismo y sugestión, que sirvan de antecedente al lector para la mayor eficacia de lo que a continuación va a aprender: como igualmente, en forma de apéndices, daremos al final de cada capítulo, como notas, un resumen complementario de experiencias que avaloren las hipótesis y teorías en que se basa la psicología fisiológica.

Así, creemos que este libro ha de encerrar cuanto hasta el momento actual se ha dicho y se sabe en materia tan debatida como es la que nos ocupa, y puede servir de orientación a quienes estos estudios interesen, con exclusión de cuanto por sus tendencias al ocultismo no puede ser objeto de estas páginas que queremos que sean de vulgarización científica, pero en modo alguno propagadoras de doctrinas nebulosas e inciertas.

Los fenómenos de hipnotismo y sugestión, son tan antiguos como el hombre sobre la tierra y multitud de hechos que la leyenda o la historia nos transmite, no tuvieron, ciertamente, otra causa que la de la influencia de una fuerza, la cual, por desconocida, dio pábulo a creencias y supersticiones que aun perduran en el vulgo.

Esa fuerza desconocida en manos de determinados hombres que se adiestraban en emplearla con prácticas misteriosas, y sistemas tan diversos como imprecisos, obteniendo resultados que la razón no se explicaba y por lo tanto eran tenidos como maravillosos, sobrenaturales, hicieron nacer el ocultismo.

En Caldea los videntes se multiplicaban, pues bastaba dormir en algunos templos para adquirir el don de la segunda vista.

En el antiguo Egipto, el dios Apis, otorgaba a las mujeres y a los niños que asistían a sus fiestas, el don profetice

Las sibilas griegas y romanas sólo podían ejercer sus portentosas facultades en momentos propicios, en aquellos que, según dice Virgilio en la Eneida, el dios se apoderaba de ellas, y entre convulsiones, en estado de delirio, salía de sus labios la profecía que se les pedía.

De épocas, relativamente recientes, se encuentran hechos que son una confirmación de cuanto venimos afirmando.

El doctor A. Cullérre, miembro correspondiente de la Sociedad Médico Psicológica, cita algunos casos en su libro Magnetismo e Hipnotismo (*), de los cuales, por lo que puedan ilustrarle, no queremos privar a! lector.

(*) Librairie J. B. Bailliere et fils, París.

Los monjes de Cambrai, en 1491, tenían accesos, y durante el estado de agitación, adivinaban las cosas ocultas y predecían lo que había de suceder.

En 1549, siete estáticos que fueron condenados a morir quemados en Nantes, habían permanecido largas horas inmóviles, y según cuenta Calmeil, al recobrar el movimiento aseguraban que conocían cuanto había ocurrido en la ciudad y sus cercanías mientras duró su quietismo.

En Loudun, existían en 1632 algunos religiosos que durante sus accesos vonvulsivos, oían las palabras pronunciadas en voz baja a larga distancia de donde se hallaban, y hablaban en latín, sin haberlo estudiado, sólo de oirlo por una excitación de la memoria exaltada.

Algo semejante se refiere de tinos monjes de Auxonne, en 1652, que contestaban en latín y hacían discursos en esa lengua que Les era desconocida, cuando no se hallaban en estado letárgico.

La ignorancia de los tiempos, hizo de todos estos casos otros laníos endemoniados, poseídos, y entre horrorosos suplicios acababan las más de las veces, si los exorcismos no ponían término al desequilibrio psíquico creado por una hiperestesia de la sensibilidad.

Estos "poseídos", al igual que los sonámbulos lúcidos de nuestros días, obedecían los mandatos interiores que les hacían los exorcistas, y realizaban los actos que les ordenaban, con notable exactitud.

El obispo de Chálons, en 1654, ordenó mentalmente a Dionisia Pavirot que acudiera donde él se hallaba para exorcisarla, y no obstante vivir la "endemoniada" en un barrio extremo de la ciudad, se presentó a los pocos momentos.

Los diferentes estados hipnóticos se observaban en las crisis más frecuentes de los poseídos.

El mismo obispo de Chálons notó que durante el exorcismo, una monja llamada (alalina, de las religiosas de Auxonne, tenía la cabe/a echada hacia atrás, los ojos abiertos, la pupila absolutamente retirada bajo el párpado superior, mostrando sólo el blanco del ojo: todo lo cual son signos letárgicos.

Las prácticas de los exorcistas ofrecen la particularidad de que obraban sobre los poseídos a modo de pases magnéticos sobre sujetos sensibles. Queriendo comprobar que la diversidad de accidentes que se producían eran de orden sugestivo o por completo debidos a las imaginación de los enfermos, el obispo de Angers al exorcisar a Marta Boissier que pretendía estar poseída del demonio, en 1599, mandó que le trajeran el libro de los exorcismos, y en lugar de leer un conjuro, se puso a recitar los primeros versos de la Eneida. Y la Boissier cayó también en convulsiones. Otras celadas por el estilo dieron idénticos resultados.

En 1632 se observaron en las poseídas de Loudun todos los síntomas de la catalepsia; su cuerpo poseía a veces de una flexibilidad tan extraordinaria que se las podía doblar en todos sentidos como si fueran una lámina de plomo y en la posición en que se las colocaba permanecían durante el tiempo que se les dejaba en ella.

Las contracciones no eran menos frecuentes. La hermana María del Santo Espíritu de Louviers, poseída por un diablo llamado Dragón, fué hallada durmiendo atravesada sobre el brocal de un pozo, apoyada sólo por un extremo por los pies y por el otro por la cabeza. Así lo refiere Calmeil.

En 1511 una religiosa de Salamanca tenía frecuentes éxtasis. Entonces su rostro y sus manos perdían su color natural y su cuerpo adquiría una rigidez tan extrema que se hubiera podido creer que era todo de una pieza y que carecía de articulaciones.

Según Calmeil, entre los estáticos célebres, en los que se encuentran todos los síntomas de la catalepsia o de la letargia, deben citarse a Santa Teresa, que dice ella misma, que en el arrobamiento divino "todos" los miembros se ponen rígidos y fríos"; a Santa Isabel, el cuerpo de la cual estaba a veces de tal modo rígido que no se podía mover una parte sin que siguiera todo el resto; a Margarita del Santo Sacramento, que se quedaba a veces rígida como un cadáver; a María de la Encarnación, fundadora de las Carmelitas de Francia, que sufría ataques de muerte aparente; y a Magdalena de Pazzi que permanecía ocho días y ocho noches aletargada, con los sentidos absolutamente cerrados al mundo exterior.

También se observaba el sonambulismo y sus diferentes síntomas.

Los exorcistas de Loudun atestiguan que algunas veces el diablo dormía a las religiosas sometidas a sus conjuros. Al salir de aquel estado absolutamente análogo al de los sonámbulos magnéticos, habían perdido completamente el recuerdo de lo que habían dicho o hecho durante una parte de su acceso nervioso, La superiora de aquella comunidad hacía a veces vaticinios en los ataques de sonambulismo que duraban varias horas: cuando volvía en sí ignoraba absolutamente todo cuanto habla predicho durante su aletargamiento.

Las mínimas Ursulinas abandonaban sus lechos en medio de la noche, y recorrían el templo en todas direcciones y hasta subían a los tejados.

Las religiosas de Auxonne entraban también en sonambulismo, ya cuando se lo mandaban los exorcistas, ya a las horas predichas por algunas de ellas.

En 1737, en Bayeux, la vista de un objeto sagrado, los ademanes que hace el sacerdote en el momento de la consagración, el sabor del agua bendita, sumían a los poseídos en estado de sonambulismo, durante el cual se entregaban a ejercicios peligrosos, que hubieran hecho retroceder a un equilibrista de profesión.

En el siglo XVIII un solo calvinista, salido de una aldea del Delfinado, llenó la comarca de profetas. Para comunicar el don de la inspiración soplaba en la boca de los neófitos, éstos a su vez prestaban el mismo servicio a sus amigos; en suma, en algunos años hubo en el Delfinado, en el Vivarais y en los Cevennes de ocho a diez mil profetas. Cuenta Calmeil que acontecieron cosas estupendas: chiquillos de tres años que con dificultad hablaban algo en el patués de su país, se expresaban en correcto francés con una volubilidad pasmosa, anunciando la próxima destrucción de la Babilonia papista. Un niño de quince meses profetizó en la cuna; otro en el seno de su madre. Una pastora de Cret, una de aquellas profetizas, tenía accesos de sonambulismo bien caracterizado: quedaba aletargada y entonces se la podía llamar, empujar, sacudir, pellizcar y quemar sin que saliera de su aparente sueño. Con frecuencia, sin dejar esta apariencia, hablaba, recitaba salmos con voz inteligible y clara; los movimientos de sus labios eran moderados, sin espasmos, y sus ademanes comedidos y prudentes; improvisaba oraciones, recitaba largos párrafos de la Biblia, apostrofaba a los impíos y pronunciaba enérgicos discursos. Al salir de su acceso, no se acordaba de nada de lo dicho ni de lo ocurrido.

Desde el siglo XI la mayor parte de los reyes y aun simples barones se atribuían la facultad de curar, tocándolos, ciertos males. Esto es tan cierto, dice Du Potet, que el mismo procedimiento ha dado a veces resultado en manos de médicos. Por otra parte, la tradición nunca ha sido interrumpida; los reyes cristianos tuvieron numerosos predecesores, entre ellos Pirro y Vespasiano. Y añade el mismo autor que en los últimos siglos existían numerosos taumaturgos, entre los cuales fueron los más célebres Valentín Greatrakes y Gassner; curaron muchísimas enfermedades y sus curaciones están certificadas por infinidad de médicos; todas sus curaciones, dice, no tuvieron otra causa que el magnetismo animal.

El siguiente caso está comprobado;

Valentín Greatrakes era hombre de espada. En 1662 supo por una revelación, que tenía el don de curar las escrófulas y lamparones. Ensayó su facultad en algunos escrofulosos, los. tocó y los curó. Algunos años después nuevas inspiraciones le advirtieron que podia curar las fiebres, las llagas, las úlceras, la hidropesía y varias otras enfermedades. Pronto fué inmensa su reputación. De todas partes acudían a él los enfermos y por sencillos toques encaminados a echar el mal del centro hacia las extremidades, producía curas maravillosas. Según afirma Luis Figuier, un autor de la época dice que aquéllas eran a veces muy rápidas y parecían hechas como por encantamiento; pero el mismo Greatrakes no creía que tuvieran nada de sobrenaturales y esto mismo prueba que no había en ellas ni milagro ni influencia divina. Parecía que se escapaba de su cuerpo una influencia balsámica saludable. Otro autor dice que cuando los dolores estaban situados en la cabeza o en las visceras y él los desalojaba, producían a veces crisis espantosas que hacían temer por la vida del enfermo.

Un siglo más tarde, un zuavo, llamado Gassner, producía también crisis. Cullérre, de quien tomamos la cita, dice: "Siendo cura, no podía portarse como simple tocador laico. Por eso mezcló ampliamente en sus prácticas la religión. Convencido de que las enfermedades son unas de orden natural, y otras debidas a la intervención del demonio, empezaba sus curas por un exorcismo probatorio, es decir, encaminado a comprobar la presencia del diablo. Si el estado de sufrimiento era natural, el conjuro no daba resultado; en el caso contrario, forzaba al demonio a que revelara su presencia por medio de convulsiones. Se. apoderaba de los enfermos de la última categoría y los trataba a su manera; en cuanto a los de la primera, los abandonaba a los médicos; pero a juzgar por el número de sus curaciones debían ser bastante raros los que se escapaban a su competencia. Empezó por sus feligreses, que quedaron tan satisfechos de él que su reputación se extendió bien pronto no sólo en Zuavia sino por la Suiza y por el Tirol. Luego hizo excursiones esparciendo las curaciones por su camino. Cuando después fijó su residencia en Ratisbona se vieron hasta diez mil enfermos acudiendo simultáneamente a él, acampados en tiendas alrededor de la ciudad. Una de sus curas más célebres fué la de la hija de un señor alemán. Padecía de histerismo. Aunque bastante aliviada por un tratamiento que le había hecho seguir un médico de Estrasburgo, quiso ver a Gassner. Este la persuadió de que no estaba curada ni aun aliviada y procedió inmediatamente a sus exorcismos que produjeron en la joven espantosas convulsiones, que el taumaturgo suspendía a voluntad pronunciando la palabra: Cesset. El diablo que poseía a la joven Emilia sabía el latín indudablemente, pues obedecía escrupulosamente todas las órdenes que le daba Gassner en dicha lengua. Si le ordenaba agitar los brazos de la enferma, en seguida las manos de ésta empezaban a temblar. A su mandato, entraba en crisis o caía en catalepsia; a su mandato, volvía en i de pronto. ¡Agitentur brachia!. y ambos brazos se avilaban. ¡Paroxysmus veniat!, y la crisis sobrevenía, violenta.¡Cesset paroxysmus in momento!, y la pariente se levantaba con la sonrisa en los labios , ¡Tollantur pedes!, y de un puntapié derribaba una me a. ¡Habet angustias circa cor!, y volvía los ojos de un modo casi espantoso. ¡Sit quasi mortua!, el rostro se ponía lívido, la nariz se dilataba, la boca se abría desmesuradamente, la cabeza y el cuello se quedaban rígidos y el pulso cesaba casi de latir. Al formidable Cesset todo se apaciguaba como por encanto. Inútil es decir que la joven Emilia, que había recibido una educación muy esmerada, conocía perfectamente el latín."

No será necesario insistir gran cosa, dice Figuier, para demostrar que en los exorcismos de Gassner, no había más que manipulaciones magnéticas. El mismo Mesmer lo reconoció; hablando con el Elector de Baviera sobre los milagros de Gassner, dijo que aquel sacerdote no curaba a sus enfermos más que obrando sobre su imaginación. Más tarde le atribuyó ciertas disposiciones, mediante las cuales se valía del magnetismo animal sin saberlo.

Eos ejemplos de curanderos que podrían citarse son infinitos, y aun en nuestros días persisten el curanderismo, el hechicerismo y las posesiones demoníacas, porque la ignorancia y la estultez por un lado, y los embaucadores y charlatanes que hacen su agosto por medio de un empirismo aparatoso por otro, son infinitos y de todos tiempos.

Hay quien es considerado como teniendo el don de ver a través del cuerpo las enfermedades de los órganos internos; es un vidente no sonámbulo; los aldeanos tienen una fe absoluta en estos taumaturgos de baja estofa que forman a manera de dinastías que se transmiten su poder de padre á hijo y traen al nacer, como signo tangible de su privilegio, emblemáticos estigmas en alguna parte de su cuerpo-; un lunar en la frente ó en la mejilla, una cruz en el paladar; una corona de rosario en la lengua, etc., etc.

Hay endemoniado a quien el demonio persigue bajo la figura de un perro, o de un gato; o de persona, que le empuja, le hace andar o pararse, y él está obligado a obedecer.

Las sonámbulas lúcidas gozan de un crédito ilimitado; también de ellas se sospecha que tienen relaciones con el demonio. Se las consulta en todo, y sus oráculos tienen a veces para la moral de las gentes crédulas funestas consecuencias.

No sólo en Europa y en la cristiandad se ha manifestado el magnetismo a través de los siglos. Hace 2,400 años que los Fakires y los Djoguis de la India practican el hipnotismo con el fin devoto de unificarse con Dios en una especie de éxtasis. Mirándose la punta de la nariz durante algunos minutos, entran en catalepsia y entonces pueden maravillar a la multitud con actitudes extraordinarias en que permanecen un tiempo indefinido. Al decir de algunos, los Djoguis no sólo practican el hipnotismo, sino también el magnetismo en lo que tiene de más maravilloso e incomprensible. Para ellos, dormirse a distancia, permanecer hipnotizados días y semanas enteras, inmóviles como estilitas, someterse a una voluntad superior, que substituye los cerebros de unos por los de otros, cambiar las impresiones más precisas a millares de leguas, es un juego.

Los monjes cristianos del monte Athos observaban prácticas parecidas a la de los Fakires, pero en vez de la nariz tomaban por punto de mira el ombligo, y después de una contemplación suficientemente prolongada, caían en éxtasis cataléptico.

El Dr. Rossi, del Cairo, decía en 1860, que, desde hace cuarenta siglos, una clase de Egipcios hace profesión del Mandeb, que no es otra cosa que una mezcla de hechicería e hipnotismo. Usan generalmente un plato de loza completamente blanco, en el centro del cual dibujan con tinta dos triángulos cruzados uno dentro de otro y llenan el vacío dé esta figura geométrica con palabras cabalísticas para concentrar la mirada en un punto limitado. Luego, para aumentar el brillo de la superficie, vierten un poco de aceite. El sujeto que fija la vista en el plato, a los cinco minutos ve un punto negro en el centro del mismo que se agranda, pocos instantes después cambia de forma y toma la de diferentes apariciones que revolotean ante los ojos del sujeto. Este, llegado a tal punto de alucinación, adquiere con frecuencia una lucidez sonambulesca tan extraordinaria como la de los magnetizados.

Las hechiceras árabes y los marabitos marroquíes emplean, al decir de Pietra Santa, análogos procedimientos, sólo que el punto de mira se lo pintan en la palma de la mano. Los marabitos colocan encima de una mesa cubierta con un paño blanco una botella de agua, detrás de la cual arde una lámpara; el punto luminoso es el de mira y los resultados son igualmente hipnóticos.

En la provincia de Constantina, los individuos de la tribu de los Beni-Aisauas se sientan en el suelo en número de doce, rodeados por músicos que tocan el tamboril y las castañuelas. Empiezan a ejecutar alternativamente movimientos verticales y laterales de la cabeza y del tronco; poco a poco el ejercicio y la música se aceleran; al cabo de veinte minutos los titiriteros hacen contorsiones violentas, los ojos se inyectan de sangre, como si quisieran salir de sus órbitas, la boca espumea, el cuerpo se inunda de sudor. Entonces llega la insensibilidad y aquellos furiosos se atraviesan los tegumentos a puñaladas, tragan vidrio machacado, caminan sobre barras de hierro candente, hasta que caen, extenuados, en un profundo sueño.

Hasta aquí hemos hablado de los efectos del magnetismo, el poder del cual se ignora. Pasemos ahora a la historia del magnetismo que se afirma como doctrina.

En la misma época en que Gassner multiplicaba los exorcismos y hacía retroceder al diablo y sanaba a los enfermos para la mayor gloria de Dios y en bien de los humanos, su compatriota y casi émulo, Antonio Mesmer, doctor en Medicina 'de la Facultad de Viena, descubría una panacea universal y echaba los cimientos de la doctrina del magnetismo animal, nombre que se sacó de Magnes, ciudad del Asia Menor, donde se descubrió el mineral de hierro que posee la propiedad de hacer mover la aguja de la brújula.

La base del sistema de Mesmer es la existencia de un fluido universal, regido por leyes mecánicas desconocidas, animado por movimientos más o merlos generales y complicados, comparables a un flujo y reflujo, y que establece "una influencia mutua entre los cuerpos celestes, la tierra y los cuerpos animados".

Este fluido imponderable, esparcido por todas partes, susceptible de recibir, propagar y comunicar todas las impresiones del movimiento, hace sentir su acción alternativa sobre los seres vivos, insinuándose en la substancia de los nervios. En el cuerpo humano en particular se manifiesta por medio de propiedades análogas a la del imán: "se distinguen en él polos igualmente diversos y opuestos, que pueden ser comunicados, opuestos, destruidos y reforzados", según afirma Mesmer en sus Memorias y Aforismos. Y añade:—"La propiedad del cuerpo animal que lo hace susceptible a la influencia de los cuerpos celestes y a la acción recíproca de los que le rodean, manifestada por su analogía con el imán me ha determinado a darle el nombre de magnetismo animal".

Estas elucubraciones tan poco precisas encierran un cierto equívoco; antes de valerse del fluido universal, Mesmer, como la mayor parte de los operadores de su tiempo, había empezado por hacer uso, para curar las enfermedades, del imán y de las plantas imantadas. Algunos buenos éxitos obtenidos en colaboración con el padre jesita Hell, distinguido físico, lo habían animado. Pero sea por resentimiento con aquél, que se permitió curar sin su colaboración por medio del imán, por lo que le acusó Mesmer de quererle robar su descubrimiento; sea porque, como los físicos de otra época, creyera que la acción de los imanes no era más que una manifestación del fluido universal, no tardó en abandonar completamente el uso de las armaduras magnéticas y de la magnetoterapia de charlatán y de juglar, resucitando, sin duda por su afán de figurar y distinguirse, las ideas científicas de siglos pasados, olvidadas por todos los sabios de su tiempo; pues la influencia de los cuerpos celestes sobre las criaturas humanas servia ya a los Caldeos como base de su astrología, y en el siglo xv sostuvo lo mismo Paracelso, y antes que Mesmer habían sostenido doctrinas análogas en su totalidad o en parte Ficin y Pomponace, Agripa de Nettesheim, Jerónimo Cardán, el inglés Gilbert en su obra Del Magnetismo, Goglenio en el siglo xvi, su alumno Van Helmont, Roberto Fludd en Inglaterra en 1638, el jesuíta Kircher (que hasta dio en griego la denominación de Magnetismo animal mucho antes de que Mesmer pensara en resucitarlo y apropiárselo), y Wirolig, profesor de medicina en Rostock. Por lo tanto, dice Cullcrre, Mesmer, ese Cristóbal Colón del magnetismo como le nombran sus partidarios, no fué ni siquiera el Américo Vespuccio de él: no descubrió nada, no inventó nada. La única cosa que le pertenece en propiedad y fué también la primera que sus adeptos se apresuraron a descartar, es el conjunto de prácticas que llevaba a cabo en la aplicación de su sistema.

Empezó por emplearlas en Viena, en las enfermedades declaradas incurables. Muy pronto propaló la noticia de éxitos maravillosos que fueron acogidos en el mundo médico con el mayor escepticismo. Hizo antes los médicos experimentos en los cuales, atribuyéndose una especie de facultad sobrenatural, pretendía ser el único en poseer el poder de comunicar el famoso fluido curativo a los profanos, a voluntad suya; él mismo en su Memoria sobre el descubrimiento del magnetismo animal refiere que asistió a sus experiencias Ingenhousz, miembro de la Academia real de Londres; pero se ve precisado a confesar en sus Memorias y aforismos que en Viena fué considerado como un charlatán e invitado a poner término a sus supercherías por el deán de la Facultad.

En 1778 marchó a París y comunicó su sistema a los sabios y médicos de aquella ciudad; quienes, "sorprendidos, dice, de su naturaleza y de sus efectos, me preguntaron el fundamento de todo aquéllo. Yo les di explicaciones sumarias en diez y nueve artículos: Les parecieron sin relación alguna con las cosas establecidas". De modo que encontró en París también, la incredulidad y la desconfianza. La Academia de Ciencias, encargada en 1784 de dar dictamen sobre el magnetismo animal, condenaba el sistema como inútil y estéril en cuanto a la curación de las enfermedades, y como peligroso para las personas que se sometan a él.

Pero la superstición de los candidos antiguos partidarios del iluminismo de Swedenborg, de Rose-Croix y de los prodigios de la tumba del diácono de París, y la moda, aceptaron como la última maravilla el descubrimiento de Mesmer, que gracias a él, ganó una fortuna.

No hay que olvidar que en sus principios, el magnetismo se empleaba con los enfermos incurables. Se propagó la especie de que se recobraba la salud alrededor de la cubeta de Mesmer y allí se precipitó la gente como hoy se precipita en casa del charlatán en boga, o del manantial A o B, ya sean sus aguas milagrosas, o simplemente dotadas de principios salinos. Y lo mismo que hoy sucede, no faltaron entonces médicos o sabios de buena fe para certificar en nombre de la ciencia la realidad de los prodigios del nuevo método. No se necesitaba más.

Hay que reconocer, además, que lo aparatoso, lo teatral, de los procedimientos empleados por Mesmer, ya en los pases desde el hombro hasta la extremidad de los dedos, teniendo un momento entre las manos los pulgares del paciente, esforzándose en palpar especialmente (con el pulgar y el índice, con la palma de la mano o con sólo un dedo) la parte enferma (por lo general el vientre), ya tocando mediatamente con el auxilio de una varita de forma cónica, de cristal, «le acero, de oro o de plata y que tiene mayor acción si está imantada; y aumentando la acción del magnetismo, reforzando las corrientes sobre el enfermo por medio de árboles, cuerdas, flores, cadenas, etc., magnetizados a prevención, eran de lo más a propósito para impresionar la imaginación de la multitud. Pero lo más notable de aquella farsa consistía en una cubeta de madera de capacidad proporcionada al número de enfermos que había que tratar, en cuyo interior se disponían botellas llenas de agua, en estantes convergentes, acostadas y magnetizadas; había de ellas varias hileras superpuestas, y luego se llenaba de agua la cubeta; podían añadirse limaduras y escoria de hierro, vidrio machacado y arena; partían de la cubeta unas varillas en las que estaba fijada una cuerda que tenían cogida los enfermos, oponiéndose los pulgares y aproximándose todo lo posible unos a otros, de modo que se tocaran los muslos, las rodillas, los pies, y que no formaran, por decirlo así, más que un cuerpo único sin solución de continuidad, en el que constantemente circulara el fluido magnético. El método de tales extravagancias, dice Cullérre, a quien seguimos en este bosquejo histórico, gracias a las varillas conductoras del fluido, a las limaduras de hierro y al vidrio machacado puede resumirse en dos palabras: varita mágica y ceguera de los ojos, deslumbrados ante aquella teatralidad. ¿Y qué resultaba de aquellas prácticas cabalísticas que el operador presidía majestuosamente al son de un clave tocando aires en re menor, o dignándose acompañarlos él mismo arrancando suaves acordes de la harmónica? Bostezos, pendiculaciones, espasmos, gritos, contorsiones de todo género, ataques de histerismo en los sujetos privilegiados a quienes tocaba la gracia curativa; en los demás, en la mayor parte, nada, absolutamente nada. Las mujeres, como siempre, como hoy -todavía, bajo la influencia de los procedimientos hipnóticos, se mostraban más sensibles a las prácticas mesméricas. Cuando sobrevenía la crisis se las conducía al infierno de las convulsiones, habitación cuyas paredes acolchonadas amortiguaban el choque de los cuerpos sacudidos por los fenómenos histéricos, y cuyo misterio permitía a los pacientes recomponer sin testigos el desorden de su tocado. Sin testigos no, me equivoco.: Mesmer entraba allí y entraba solo, en medio de aquellas verdaderas endemoniadas y les prodigaba otra vez el socorro del fluido derramado por su varita y su mirada fascinadora, Mujeres hubo que se apasionaron por aquellos turbadores ejercicios. Al placer de las señoras! era el nombre con que una de ellas designaba la sala de las crisis. Aunque las costumbres de Mesmer no han sido recriminadas, no por esto la Academia de Ciencias dejó de considerar sus prácticas peligrosas para la moralidad pública.

El éxito de Mesmer fué tan inmenso entre el público, que en el seno de la Facultad de Medicina de París hubo muy pronto hasta treinta médicos magnetizadores. En dicha capital se fundó una sociedad de adeptos con el título de Sociedad de la harmonia; pero en el campo de la ciencia oficial nunca tuvo acogida el mesmerismo. Deslon, de discípulo del innovador pasó a ser su rival, lo cual motivó grandes discusiones dentro de la Facultad de la que él era doctor regente, en las que hubo de intervenir el Gobierno, encargando a la Sociedad real de. Medicina un informe sobre el magnetismo, con la colaboración de varios miembros de la Facultad y cinco de la Academia de Ciencias; el informe de ésta, que se hizo público, fué completamente desfavorable y a él se acompañó otro, secreto, denunciando las prácticas mesmerianas como peligrosas para la moralidad pública, haciendo notar entre otras cosas que las mujeres tienen los nervios débiles y excitables, que su imaginación es viva y exaltada, que están hondamente predispuestas a la imitación, y que cuando una mujer entra en crisis, no tardan las demás en hacer lo propio; muchas mujeres que acudían al magnetismo sin hallarse enfermas, acababan por estarlo, o por simularlo, por ociosidad y por distracción; ¿podíanse considerar inocentes unas prácticas que consisten en tener el cuerpo de una mujer entre las rodillas de un hombre y en comprimirle los ovarios, mirándola en los ojos? "El rostro — dice el informe — se inflama gradualmente; los ojos se ponen ardientes y este es el signo por el cual la naturaleza anuncia el deseo. Se ve a la mujer bajar la cabeza y llevarse la mano a los ojos y a la frente para cubrirse, su pudor habitual vela a pesar suyo y le inspira el deseo de ocultarse..." En cuanto al valor curativo del magnetismo, añadía algunas reflexiones muy enérgicas. "No hay curación real alguna, los tratamientos son muy largos e infructuosos. Hay enfermo que acude al tratamiento desde hace diez y ocho meses o dos años sin experimentar ningún alivio.

Esta era la opinión de la Academia de Ciencias sobre el magnetismo en tiempos de Mesmer. Hay que añadir que las experiencias intentadas ante ella por Deslon en defensa propia y de Mesmer fueron un desastre completo. Citaremos únicamente una de ellas, que tuvo lugar en presencia de Franklin en un jardín de Passy. Deslon había magnetizado uno de los árboles; un joven sensible al fluido había de experimentar los fenómenos magnéticos al abrazarlo tan sólo; se le presentó sucesivamente ante cuatro árboles no magnetizados: ante el primero sudaba gruesas gotas; ante el segundo se repitió el fenómeno; ante el tercero tuvo gran dolor de cabeza y aturdimiento, ante el cuarto cayó en convulsiones. Se hallaba a veintisiete pies de distancia del albaricoquero magnético.

Cinco días después del informe de la Facultad y la Academia de Ciencias, debido a la pluma de Bailly, apareció el de la Sociedad real, que aunque menos brillante en la forma, no era menos categórico (*).

(*) Thomson Jay Hudson, en su libro Nuevas teorías de hipnotismo y sugestión, en el que empíricamente trata de constituir una doctrina basándose en el Mesmerismo, Magnetismo y Mentalismo, dice refiriéndose a este informe:
"El dictamen admitió los hechos principales sostenidos por Mesmer, pero manifestaba que no había pruebas que confirmasen su teoría sobre el fluido magnético, y hacía constar los maravillosos efectos observados sobre la imaginación de los sujetos."
Luego añade el misino autor, como comentario al informe :
"No es fácil averiguar actualmente cómo pudo llegar comisión tan competente a semejantes conclusiones. Admitía el principio de una fuerza inicial capaz de dominar a la organización Física del hombre, y que dicha fuerza puede ser empleada por otro hombre, hasta convertirla en un arte, con lo que reconocieron un descubrimiento por parte de Mesmer, el cual descubrimiento, que puede considerarse como el más importante en su época para hallar solución al gran problema; y esto no obstante, en vez de dar alientos para estimular las investigaciones, ya que quedaron convencidos de que los fenómenos eran puramente subjetivos, con lo cual se evidenciaba la supremacía de la mente sobre la materia, se limitaron a desechar la teoría de Mesmer respecto de las causas y a pesar de haber descubierto ellos "la verdadera causa", dictaminaron que el tal descubrimiento no. valía la pena de tomarse en cuenta."

A pesar de la autoridad de tales documentos, que fueron esparcidos entre el público en ochenta mil ejemplares, no dejó Mesmer de hacer excelentes negocios y cuando en 1784, en el momento en que empezaba a decaer su crédito personal, se marchó de París para vivir retirado, era poseedor de una cuantiosa fortuna.

En varias capitales de Francia se propagó el magnetismo rápidamente. En Estrasburgo, en Burdeos y en Lyon se fundaron sociedades al estilo de la Harmonía de París; un gran número de ciudades instituyeron tratamientos magnéticos y muchos médicos se declararon partidarios de la nueva doctrina.

Pero ni Mesmer ni Deslon ni los primeros discípulos se decidieron a estudiar en ellos mismos los singulares fenómenos que sus prácticas lograban determinar en ciertas personas.

De 1741 a 1825, el marqués de Puysegur, discípulo de Mesmer, divulgó la teoría de un fluido universal que vivifica toda la naturaleza y se halla siempre en movimiento. A este fluido le dio el nombre de "electricidad vital".

Su teoría difiere de la de su maestro en que no acepta la circulación del fluido si no el efecto de su movimiento, al que la voluntad podía hacer cambiar de naturaleza.

Al marqués de Puysegur, corresponde el mérito de haber descubierto el sonambulismo magnético. En la imposibilidad de magnetizar personalmente a todos los enfermos que el renombre que había adquirido atraía a sus posesiones de Busancy, siguiendo el ejemplo del maestro, magnetizo un árbol secular bajo cuyas bienhechoras ramas habia sitio para todos los pacientes a la vez.

Un día magnetizó a un campesino que guardaba cama a cansa de una enfermedad aguda. Con gran asombro le vio sumirse en un sueño apacible, luego ponerse a hablar y ocuparse de sus asuntos. Puysegur se dio cuenta de que podía dirigir a voluntad sus pensamientos, hacerle creer que asistía a una fiesta, que bailaba o se entregaba a ejercicios de destreza. Estos casos se repitieron entre las manos del operador; y al cabo de algunos meses, contaba diez de ellos.

Las gentes iban de muy lejos a asistir a tales escenas de sonambulismo y volvían maravilladas. Un curioso refiere que los enfermos en crisis tenían un poder sobrenatural, por el cual tocando a un enfermo que les fuera presentado, tentándolo aún por encima de las ropas, conocían cuál era la viscera afectada y la declaraban, indicando aproximadamente los remedios convenientes, Así tuvo origen la opinión de que las personas sumidas en el sonambulismo tienen el don de ver en el interior del cuerpo y de descubrir y curar las enfermedades.

Desde este momento, el magnetismo animal se transforma. El ridículo aparato de los mesmeristas, la cubeta, las cadenas, las varitas magnéticas desaparecen como una tramoya pesada y antigua molesta. De Puysegur creyó haber descubierto el mecanismo de los procedimientos de Mesmer, atribuyendo a su voluntad los efectos producidos. "Creed y quered", era la divisa que campeaba en sus primaros escritos. Sin embargo, la teoría del fluido no se abandonó en absoluto; sobre todo cuando los individuos en tratamiento sumidos en el sonambulismo magnético afirmaron que no sólo sentían, sino que además veían el fluido, rodeando como una aureola la persona del magnetizador (*).

(*) Los mesmeristas preconizan la teoría del fluido magnético y sostienen que el estado hipnótico se induce independientemente de la sugestión, por medio de pases Que el operador hace al sujeto, ayudado por una intensa concentración mental y de la voluntad del primero; que de éste emana un fluido que penetra en el sujeto en aquella m de su cuerpo a que se dirige y produce efectos terapéuticos o de otro, género, según la voluntad del operador; que estos efectos se producen más fácilmente por contacto de persona a persona, aunque puedan producirse a distancia, sin que el sujeto lo sepa, e independientemente de 1a sugestión. Añadamos que esta teoría desacreditada en los tiempos de Mesmer, vuelve a tener adeptos, al principio entre los llamados "mentalistas".

Hoy se explica por qué veían a,sí a su magnetizador en un nimbo, como una divinidad. Era una idea sugerida, como lo era igualmente la pretensión que acabamos de mentar de ver en el interior de los cuerpos y de descubrir las enfermedades y más tarde la de leer en el pasado de las gentes, presentir los acontecimientos futuros, etc.; los pacientes lo creyeron así sumisamente y así fué como, ya con el pie en el estribo para escapar de lo sobrenatural y encauzarse por el camino de la ciencia positiva, el magnetismo animal se sumergió en él, en lo sobrenatural, más profundamente <|ue nunca, sigue diciendo Cullérre, para gran dicha de los místicos y de las imaginaciones exaltadas.

Al retirarse Measmer de la escena pública, se produjeron numerosos cismas y se formaron diversas escuelas magnéticas. Al lado de la teoría ortodoxa del fluido, que conservó siempre la preeminencia, surgió la teoría espiritualista del caballero Barbarin, que pretendía realizar curas maravillosas por las solas fuerzas del alma y por medio de la oración. En Lyon floreció la teoría de la electricidad animal, inventada por el doctor Petetin, a la cual atribuía la producción de los síntomas observados en las personas magnetizadas. Puysegur había descubierto el sonambulismo; Petetin descubrió la catalepsia, o, mejor dicho, los síntomas cataleptiformes. Señaló en varios de sus enfermos el fenómeno conocido bajo el nombre de transposición de los sentidos, cuya realidad, problemática para la mayor parte de los hombres de ciencia, es, sin embargo, admitida por algunos (*).

(*) César Lombroso, en su obra Hipnotismo y espiritismo, que tanta resonancia tuvo entre los hombres de ciencia, al publicarse en 1910, refiere el caso de una muchacha de 14 años, llamada C. S., que después de accesos sonambúlicos acompañados de aumentos de actividad, de afectividad y de diversos cambios en el carácter, perdió la visión por los ojos al mismo tiempo que adquiría la facultad de ver por la punta de la nariz y el lóbulo izquierdo de la oreja, conservando la misma agudeza visual (70 grados de la escala de Jager).
La misma trasposición se operó en el olfato, que de la nariz pasó a la barbilla y luego a los talones.
Cita el profesor Lombroso, los casos semejantes registrados por Petetin en 1808, Cormagnola en 1840, Despine, Angona en 1840, y más recientemente Preyer, Berger y Hendenhain, que creía explicar el fenómeno por la hiperestesia táctil y visual notada en estos casos. "Pero esta explicación — dice Lombroso— será aplicable, cuando más, a la visión en una habitación obscura y no a la transferencia de las sensaciones en los casos en que la sensibilidad táctil y visual no son más que una. Aquí la percepción visual se manifiesta en dos puntos de la piel, mientras que la sensibilidad táctil es mediocre y no explica en modo alguno la lectura de un manuscrito."
" Si los autores modernos no han registrado estos casos y si Hasse los ha considerado como ilusiones, es por una tendencia loable, aunque exagerada, a no admitir más que los hechos científicamente explicables. Por esta razón, solo al cabo de mucho tiempo se ha admitido la acción de las imanes y numerosos hechos comprobados empíricamente por los magnetizadores (catalepsia, hipnosis, hiperestesia) que hoy se tienen por ciertos y como bastante bien explicados."

La revolución detuvo la marcha del magnetismo animal y dispersó todas las Harmonías y a. todos los fieles del fluido. Pero renació en 1813 con la publicación de la Historia crítica del magnetismo animal, de Deleuze, libro que honra la prudencia y la reserva del autor, pero que los más fogosos adeptos consideraron como una debilidad y una herejía; en ella había condensado cuanto sobre el magnetismo animal se había escrito hasta fines del siglo xviii (*).

(*) De 1753 a 1835, Deleuze, conservador en el Museo botánico, el más escrupuloso de los adeptos del magnetismo, estableció la teoría de la emisión de un principio vital, que mantiene en nosotros la vida y la salud; considera el cuerpo humano con un hogar del que emana el movimiento vibratorio que la voluntad dirige y transforma en gran medida.

En 1815 volvieron a encontrarse algunos adeptos escapados de la tormenta revolucionaria y entre ellos el marqués de Puysegur, que fundó en París una nueva sociedad. Pero las disidencias doctrinales persistieron.

Para que la lista sea completa, citaremos los nombres del barón Dupotet (1786-1881) autor de la teoría de un fluido absolutamente Físico y que hizo un gran número de experiencias en los hospitales. Al mismo tiempo que él, Lafontaine (1803-1892) recorría toda Francia, Italia, Inglaterra, Suiza, etc., demostrando en repetidas conferencias la existencia de un fluido magnético y las analogías que ofrece con el imán.

Y entremos ahora en el estudio de lo que al hipnotismo, propiamente tal, se refiere.

Se presentó en París un sacerdote extranjero, el abate Paria, que dio al traste con todos los pretendidos poderes sobrenaturales que pretendían tener los magnetizadores, y con todos los talismanes magnéticos conocidos hasta entonces. Faria producia el sonambulismo por sugestión y determinaba a su gusto en los sonámbulos ilusiones sensoriales análogas a las que son hoy día de práctica corriente en el hipnotismo. Según Beaunis, en El sonambulismo provocado y Estudios fisiológicos y psicológicos, su procedimiento consistía en hacer que el sujeto sometido a sus experimentos se reconcentrara y cerrara los ojos. Luego, con voz de mando, exclamaba: ¡Duerma usted! Y ya estaba producido el estado hipnótico. El abate Faria rechazaba todas las teorías reinantes a la sazón; no creía ni en el fluido, ni en la potencia de la voluntad, ni en la eficacia de la oración de los espiritualistas. Exactamente lo mismo que si fuera un hipnotista de nuestros tiempos, proclamaba la naturaleza subjetiva de los fenómenos magnéticos, colocando la causa del sueño lúcido, que es como designaba el sonambulismo provocado, en el mismo sujeto. Y sin embargo de que su buen criterio se anticipaba muchos años a sus coetáneos, o quizás precisamente por ello, Faria cayó en ridículo.

Hombres serios, médicos sabios, se entregaron también al estudio del magnetismo. En 1819, el Dr. A. Bertrand, antiguo alumno de la escuela politécnica, inauguró ante un numeroso auditorio uno de los más brillantes cursos sobre el magnetismo y e1 sonambulismo. En 1821, Georget dio a conocer lo que entonces se sabía del magnetismo en su obra De la fisiología del sistema nervioso, y poco después, el citado Bertrand dio a luz su Tratado del sonambulismo, que, según la opinión de Husson, fué la primera obra seria dedicada al asunto (*).

(*) En realidad, aunque Braid pasa como el padre del hipnotismo, por haber sido el que dio este nombre a lo que hasta él se llamó magnetismo, los que establecieron los principios del hipnotismo fueron el abate Faria y Alejandro Bertrand.
Frank Podmore, el sabio inglés, asi lo reconoce al decir: "La inauguración de una nueva era en la ciencia es debida a Alejandro Bertrand, un medico joven parisién que publicó en 1823 un tratado de sonambulismo. En esta obra como en Del magnetismo animal en Francia, publicada en 1826, pasa revista a las obras y revistas de sus predecesores, y da una explicación de los fenómenos múltiples que no difiere gran cosa de la aceptada en nuestros días."

Se hicieron varios experimentos en diferentes hospitales y clínicas. Cloquet hizo una amputación de un pecho durante el sueño magnético. Esta y otras pruebas de la realidad de los fenómenos magnéticos, convencieron a gran número de médicos.

No nos detendremos en enumerar las diferentes pruebas de más o menos resonancia, como asimismo dos informes de la Academia, uno favorable y otro desfavorable redactado por Dubois. Para acabar con la historia del mesmerismo, añadiremos que algunos meses más tarde Burdin, uno de los miembros de la Academia, subió a la tribuna, para recordar que en los informes presentados a la docta asamblea había hablado de experiencias relativas a la transposición de la vista y que, a pesar de sus convicciones contrarias, él ofrecía un premio de 3.000 francos a la persona que tuviera la facultad de leer sin el auxilio de los ojos y de la luz. La Academia aceptó la proposición, se nombró una comisión y se fijó en dos años el plazo para la celebración del concurso. Durante ellos sólo se presentaron tres magnetizadores, los doctores Pigeaire, Hublier y Teste. Pigeaire de Montpellier tenía una niña que sumida en sonambulismo daba pruebas de una lucidez pasmosa; la llevó a París y la exhibió ante numerosos personajes extraños a la ciencia que se apresuraron a certificar su clarividencia. Con una espesa venda sobre los ojos leía corrientemente y jugaba a los naipes; cuando al fin, después de haber admirado a un público incompetente, se decidió a presentarla a la Comisión académica, se negó a dar todas las garantías exigidas. La Comisión desconfiaba con fundamento de la venda y quería substituirla por una simple hoja de papel interpuesta entre el libro y los ojos de la sonámbula, pues se ha demostrado infinidad de veces que una venda, sea del género que fuese, puesta sobre los ojos, acaba por moverse de su sitio y permite la filtración hasta el ojo de algunos rayos luminosos; añádase a esto que en ocasiones las sonámbulas están dotadas de una hiperocuidad sensorial considerable y que con frecuencia transcurría un intervalo de algunas horas antes de que pudiera manifestar su clarividencia, y se comprenderán las reservas de la Academia. Pigeaire se mantuvo firme abogando por la venda y no hubo manera de ponerse de acuerdo.

El Dr. Hublier de Provins, después de haberse hecho esperar largo tiempo, se decidió a llevar a París una sonámbula. Y ésta, antes de sufrir el examen de la Comisión académica, quedó convicta de superchería por el doctor Frappart, Hublier lo reconoció lealmente y se retiró antea de verificar experiencia alguna.

Sin embargo, el tercer magnetizador, el Dr Teste, ofreció someter al examen de la Comisión una sonámbula que tenía la facultad de leer un escrito encerrado dentro de una caja. El fracaso fué completo; la sonámbula no pudo leer nada a través de la caja preparada por la Comisión (*).

(*) Como al dar este libro a la estampa no nos guía ningún fin partidista ni de sectarismo, y sí el de ofrecer al lector cuantos elementos de juicio puedan encaminarle al mejor conocimiento del asunto, para que con mayor provecho haga la lectura del estudio de Wundt, a las aserciones categóricas que arriba se hacen añadiremos lo que Jay Hudson manifiesta al respecto:
"'Sabido es de los hipnotizadores que es punto menos que imposible, si no lo es del todo, que los experimentos den resultado satisfactorio en presencia do. escépticos, sobre todo cuando éstos declaran SU duda y so manifiestan hostiles al médium.
"En presencia de un escéptico declarado, pocas veces, y quizás ninguna, si' obtienen los fenómenos de clarividencia, transmisión o adivinación del pensamiento."
A esto fuó debido segun el autor aludido, el fracaso de los experimentos sobro clarividencia que tuvieron lugar en la Academia Francesa de Medicina, auto una comisión, más que escéptica, hostil a cuanto con el magnetismo animal se relacionase.
V. Nuevas teorías de hipnotismo y sugestión, cap. VII. "Efectos de la sugestión contraria".

En vista de tales resultados, la Academia declaró que en adelante se abstendría de ocuparse del magnetismo animal, y éste cayó: en el más profundo descrédito en el criterio de los hombres de ciencia de la época.

James Braid, cirujano en Manchester, dio a luz en 1842 su Neuripología. Tratado del sueño nervioso o hipnotismo que debía completar la derrota del magnetismo y animar y encauzar el estudio de los fenómenos magnéticos de autenticidad reconocida por la vía decididamente científica.

Braid explica en los siguientes términos la manera cómo llegó a ocuparse del mesmerismo:

"En noviembre de 1841, absolutamente excéptico en cuanto a las pretensiones del magnetismo animal o mesmerismo, empecé no obstante a hacer investigaciones sobre este asunto; deseaba descubrir el manantial de errores en ciertos fenómenos que según sé decía se habían verificado en unas sesiones dadas por el Dr. Lafontaine; el resultado obtenido, fueron ciertos descubrimientos que me parecieron arrojar nueva luz sobre algunos de los fenómenos, que los hacía en extremo interesantes, tanto desde el punto de vista especulativo, como práctico."

"Después de lo que había visto y leído, estaba predispuesto a creer que en el magnetismo animal todo era connivencia y superchería, o el efecto de imaginaciones sobreexcitadas o de la simpatía y la imitación. Las primeras sesiones a que asistió no hicieron más que confirmar sus dudas. Pero en una sesión ulterior ocurrió un lucho que llamó su atención: observó que a un sujeto magnetizado le era imposible abrir los párpados. De ahí sus primeras experiencias, que tenían por objeto indagar la causa de aquel fenómeno y le llevaron a la producción del sueño nervioso o hipnotismo. En la creencia de que por la fatiga de los ojos lograria determinar la contracción espasmódica del músculo orbicular de los párpados, rogó a uno de sus amigos, 'a Mr. Walker, que se sentara y lijara la mirada en el cuello de una botella colocada por encima de sus ojos de modo que ocasionara una gran fatiga en dichos órganos. Al cabo de tres minutos, los párpados de Walker se cerraron. Un chorro de lágrimas se deslizó por sus mejillas, su cabeza se inclinó, su rostro se contrajo ligeramente, profirió un gemido y al instante quedó sumido en un profundo sueño (*).

(*) En cuanto a loe procedimientos, el profesor Wright, de la Universidad de Huillín, demuestra en sus obras que los de Braid han sido usados de tiempo inmemorial en los hospitales de Dublín, "como sucedaneos de la acción somnífera del opio".
En autores antiguos se encuentran embriones de la teoría hipnótica, y ya en 1442, Pomponace escribía: "No es increíble que la salud pueda ser producida en el exterior por el Alma que así lo quiere... Hay hombre que están dotados de esas propiedades saludables en un alto grado. Se conocen fácilmente los efectos maravillosos que pueden producir la confianza y la imaginación, sobre todo cuando son recíprocas entre los enfermos y el que opera sobre ellas. Las curaciones atribuidas a ciertas reliquias son efecto de esta imaginación y de esa confianza. Los médicos y los filósofos saben que si en lugar de los huesos de un santo pusieran los de cualquier animal, los enfermos curarían igual, si creían que se trataba de verdaderas reliquias." (Pomponace. De Imant., pág. 51).
Los señores Carnuz y Pagniez, en su obra Aislamiento y Psicoterapia (Allan, 1904, p. 42) citan un pasaje de Galeno, uno de los padres de la Medicina, que dice: "Cuando la imaginación excitada hace desear al enfermo un remedio, aquello que de ordinario carece de eficacia puede adquirirla muy notable; de ahí que un enfermo pueda ser aliviado con ceremonias mágicas, si está persuadido de que pueden curarlo.
Paracelso decía que en todas las curaciones y hechos considerados como maravillosos, era necesario buscar, como base, la fe.

La. misma experiencia repetida en la esposa y un criado de Braid, dio idéntico resultado.

El experimentador varió sus procedimientos, empleando los de los magnetizadores: resultado exactamente igual. De ahí dedujo que los efectos mesméricos debían ser atribuidos a una perturbación producida en el sistema nervioso por la concentración de la mirada, el absoluto reposo del cuerpo y la fijeza o concentración de la atención; que todo consistía en el estado físico y psíquico del sujeto, y que únicamente de aquel estado dependía la producción de los fenómenos y no de la voluntad del operador ni de los pases encaminados a lanzar el pretendido fluido magnético, ni de ningún agente místico universal.

¿Así pues, el mesmerismo y el hipnotismo eran una misma cosa? En el fondo, sin duda; así lo creía Braid; pero por razones difíciles de deslindar, pareció considerar el hipnotismo y el mesmerismo como dos agentes distintos, fundándose en que los magnetizadores afirmaban positivamente poder provocar efectos que él por sus procedimientos no consiguió jamás: leer la hora en un reloj colocado detrás de la cabeza o colocado en el hueco epigástrico, saber lo que pasa a algunos kilómetros de distancia, adivinar la naturaleza de las enfermedades e indicar su tratamiento sin conocimientos médicos; tal era el orden de hechos que, según Braid, era exclusivamente del dominio del magnetismo animal; con apariencias de consideración, no se podía hacer de éste una crítica más mordaz.

En cuanto a otros fenómenos extraordinarios, cuya imposibilidad no está obsolutamente demostrada, da explicaciones racionales muy plausibles que les quitan todo carácter maravilloso: invoca la hiperestesia del tacto para explicar que algunos sujetos magnetizados reconozcan la forma de un objeto aplicado a una pequeña distancia de la piel de ciertas regiones del cuerpo; el poder magnético por el cual el operador obra mentalmente sobre el sujeto, puede ser también debido á la sensibilidad de la piel exaltada en extremo, pues "be podido convencerme, escribe, de que los pacientes son inducidos a seguir los movimientos del operador, no por un poder magnético particular inherente en él, sino por razón de la exaltación de su sensibilidad que les permite discernir las corrientes de aire que siguen o que evitan en cierto modo, según su dirección". Braid reconoció que el sueño hipnótico no es siempre igual a sí mismo, sino que comprende una serie de estados, cada uno de los cuales es susceptible de variar indefinidamente desde un ligero ensueño hasta el coma más profundo.

Hay sujetos que no son capaces de experimentar el sueño hipnótico sino muy tenuemente; en otros, el sueño va acompañado de pérdida del conocimiento y de voluntad con automatismo, y completo olvido al despertar; en algunos casos se produce una revolución muscular completa con una profunda calma en todas las funciones orgánicas; en otros sobreviene la rigidez cataléptica con respiración precipitada y aceleración de la circulación. Braid observó que ciertas prácticas, como por ejemplo, una corriente de aire dirigida a la cara, hacían pasar al sujeto de una fase del sueño hipnótico a otra; luego, el mismo agente, empleado por segunda vez, determinaba el despertar.

En los diversos períodos del hipnotismo pueden desarrollarse los más variados síntomas, desde la insensibilidad completa y la catalepsia hasta la más viva hiperestesia sensorial. Por simple sugestión auditiva pueden provocarse tales cambios y determinar ya la anestesia ya la hiperestesia más grande, y un desarrollo de fuerza considerable o una completa parálisis de los miembros.

Para provocar en los hipnotizados ilusiones o alucinaciones, basta anunciar en voz alta, imperiosa y convencida, el pensamiento, la imagen o la sensation que se desea despertar en su espíritu. El tono en que se haga la pregunta determinará la respuesta. Las sugestiones pueden ser por último producidas por vía indirecta, por las actitudes impresas a los miembros o a las facciones. Un sujeto colocado en actitud de éxtasis, verá el cielo; si se le hace inclinar la frente, verá el infierno.

Braid confirmó también la posibilidad de provocar sugestiones no sólo en personas dominadas todavía por un ligero grado de hipnotismo, sino también en ciertos sujetos en estado de vigilia. Tampoco le pasó inadvertido el hipnotismo por sugestión, pues observó que en ciertos individuos muy sensibles bastaba para producir en ellos el sueño, hacerles creer que se practicaban a distancia ciertos manejos capaces de dormirlos.

Como se ve, en todo lo concerniente al estudio de los fenómenos hipnóticos, Braid se mostró como observador sagaz y seguro. Sin embargo, sus trabajos no alcanzaron más que un éxito relativo. Y durante los años siguientes a su aparición salieron a luz nuevas teorías derivadas del magnetismo.

En América, donde ese genero maravilloso siempre ha estado en boga, Grimes daba a conocer la electro-biología, que no es otra cosa que el braidismo sazonado con hipótesis inderaostrables.

En Alemania Reichenbach, en el curso de sus experiencias hipnóticas, proclamaba la existencia de un agente que designaba con el nombre de fuerza ódica, gracias a la cual explicaba fenómenos que no tenían otra causa que la sugestión, cuyo poder, no obstante, ya había sido divulgado por Braid.

En Francia el Dr. J. P. Philips publicó en 1855 su Electro-dinamismo vital, o las relaciones fisiológicas del espíritu y de la materia, y en 1860 el Curso teórico y práctico del braidismo o hipnotismo nervioso; su Electro-dinamismo vital tenía por objeto, como la electro-biología de Grimes, dar una explicación racional de los efectos magnéticos, que, por ingeniosa que sea, no deja de descansar en una serie de hipótesis que nada nos obliga a admitir.

Los estudios de Braid sobre el hipnotismo, fueron largo tiempo ignorados en Francia. Littré y Ch. Robín, fueron casi los únicos que dieron alguna importancia al nuevo descubrimiento.

En diciembre de 1859, Valpeau presentaba a la Academia de Ciencias en nombre de Broca, un trabajo sobre el hipnotismo aplicado a la anestesia quirúrgica. Algunos días después, Guerineau, de Poitiers, dirigía una comunicación análoga a la Academia de Medicina. El Doctor Azám, de Burdeos, publicó en enero de 1860, algunos hechos curiosos de sonambulismo provocado. De conformidad con sus instrucciones, fué como Broca había intentado una operación durante el sueño hipnótico; después de algunas pruebas preliminares, aquellos cirujanos pudieron convencerse de que la anestesia podía ser lo bastante profunda para permitir una tentativa quirúrgica que fué coronada por un éxito completo.

Tal movimiento, bastante tímido por otra parte, para atraer la atención del público científico sobre las cuestiones de hipnotismo, se propagó muy poco y fué de corta duración. Las Comunicaciones que acabamos de citar fueron acogidas con incredulidad por los médicos extraños a ese genero de estudios, y con cierto desdén por los partidarios del braidismo y del magnetismo.

Sin embargo, en ellas se baso la interesante memoria de Demarquay y Giraud-Teulon Investigaciones sobre el hipnotismo, publicada en 1860, en que, estudiando nuevamente desde su origen la cuestión del sueño nervioso, se dedicaron a una serie de experiencias que aunque no muy numerosas les permitieron comprobar la realidad de los principales fenómenos del hipnotismo. Varios de sus sujetos, hipnotizados por medio de la fijación de una bola brillante sostenida por un procedimiento mecánico encima de su frente, presentaron perturbaciones incontestables de la sensibilidad, de la contractilidad muscular y del conocimiento, Los distintos efectos producidos parecieron a los autores, relacionados con determinadas disposiciones idiosincrásicas, principalmente de naturaleza histérica; del sueno magnético al sueno sonambulesco, al hipnotismo, se construye fácilmente una cadena con tos mismos elementos organopáticos y sobre una minia constitución, que sirve de yunque: el estado histérico o estados aproximados. Y hacen observar que los únicos fenómenos magnéticos realmente comprobados pueden ser producidos sin la intervención de la comunicación entre una persona y otra (el hipnotizador).

En el mismo año, Gigot-Suard se dedicaba a interesantes observaciones sobre el braidismo y provocaba en algunas jóvenes fenómeos nerviosos tan intensos como los que se producían antaño alrededor de la cubeta de Mesmer. Para producir el hipnotismo, se servía de un par de tijeras sostenidas a algunos centímetros encima de los ojos, según dice en su libro El magnetismo animal y la magia descubierta.

En 1865, el profesor Laségue publicó en los Archivos de medicina sus experiencias sobre la catalepsia provocada en las histéricas. Su sistema en las sosegadas, soñolientas, entorpecidas, que reaccionan poco, y más predispuestas a llorar que a irritarse, consiste en aplicar la mano sobre los ojos o mantener cerrados los párpados por cualquier procedimiento; la enferma se amodorra, manifiesta una creciente pereza intelectual, respira con una dificultad cada vez mayor; sus ojos se convulsionan hacia arriba y por último se duerme profundamente. En algunas se logra siempre determinar una torpeza completa; en otras se llega sólo a la somnolencia; en otras, por último, no se obtiene más que el embotamiento. Cuanto más profundo es el sueño más fácilmente se logra la contracción cataléptica de los miembros, cuyas posiciones pueden variarse a voluntad, dejando al sujeto rígido como una estatua, sentado, en pie, inclinado hacia adelante o hacia atrás, con la pierna suspendida fuera de la cama, o doblada hacia el tronco en ángulo agudo, los dedos y los brazos doblados en arco en sentido contrario a sus articulaciones, y todo esto con la más invariable y la más absoluta indiferencia por parte del sujeto.

En 1875, Carlos Richet rompió a su vez el silencio : estableció la realidad de los fenómenos magnéticos e hipnóticos obtenidos por medio de los pases, del objeto brillante, o de otros varios medios empíricos; luego fijaron su atención la fase sonambúlica, las alucinaciones provocadas, y las sugestiones de diversa índole; y ulteriormente añadió a los estudios precedentes la exposición de notables experiencias en las que pone de manifiesto la posibilidad en algunos sujetos hipnotizados de modificar su personalidad y substituirla por otra más o menos extraña al carácter del individuo.

Tres años después, estudiando el histerismo, el Dr. Charcot fué llevado a abordar la cuestión de los fenómenos hipnóticos. En 1879, en una serie de conferencias públicas en la Salpétriéré, el sabio profesor demostraba que ciertas histéricas pueden, bajo diversas influencias, entrar en catalepsia o en letargo y que nada es tan fácil como provocar crisis de esta naturaleza. El estado hipnótico, según él, "no es otra cosa que un estado nervioso artificial cuyas múltiples manifestaciones aparecen o se desvanecen según las necesidades del estudio a voluntad del observador" (*).

(*) La escuela de París, o de la Salpétriére, basada en los principios de



Back to Index



Copyright and Digital Rights 2007 - ISI-CNV
Title: Book Title : HIPNOTISMO Y SUGESTION - W.WUNDT

Este livre es parte de un projecto scientifico de descubrimiento de l'hipnotismo.

Nosotros somos tambien los diffusores del "Mesmerismus®", una disciplina que tiene un doble fin:  el primero es el de desarrollar una de las cualidades  más importantes y deseables que existen en el mundo: el " magnetismo personal.
El segundo es permitir un verdadero crecimiento interior, mediante un camino que  lleva a descubrir vida y energía al interior de nosotros mismos.
Se trata de ejercicios que constituyen un vestigio de una ciencia milenaria y convalidados por nuestra experiencia.

Nuestra escuela  ha llevado a cabo investigaciones extensas y profundas sobre el tema.
Se trata de técnicas muy simples pero de increible poder.
Abundan muchas obras sobre el magnetismo personal, pero ninguna de estas captura la esencia del  fenomeno: cada una  describe una parte.

Breve mirada a la historia del  magnetismo y del  Mesmerismus®

En la misma historia de la humanidad es evidente que existe una fuerza que se puede manifestar y a través de la cual el hombre puede desarrollar un poder.
El concepto de encanto que se manifiesta a través de la mirada es con certeza el origen del mito de la Medusa de los antiguos griegos, el ser mitológico en capacidad de petrificar a quien  lo observaba.

También en esas epocas lejanas, el historiador  Plinio, en el  7° libro Naturalis Historiae relata como en el África, en Escitia y en  en Iliria existían familias que seducían los ojos de quienes las miraban, lo que en aquellos tiempos se pensaba que se debía  a una naturaleza maligna o a cualquier otra causa más oculta.

También los romanos cuentan sobre fenomenos magnéticos: no atribuidos a otra cosa que al  poder del magnetismo, que ejerce un individuo sobre otro, debemos mencionar el caso de  la así llamada leyenda de Cimbro, que, enviado a matar a  Mario en la prisión,  quedó paralizado ante la mirada y la voz del romano.

Dichos fenomenos también se mencionan a lo largo de todo el   medievo europeo y son el origen de los relatos fantásticos de encantamientos y magos.

Olao Magno, Del Rio, Leonardo, Vairo, Tommaso Garzoni da Bagnocavallo, G.B. della Porta, Pietro Garsi, y muchos más, que vivieron entre los siglos XVI y  XVII, hablan todos de sucesos que pueden estar facimente relacionados con la influencia magnética.

También muchas escuelas secretas y esotéricas existentes en la actualidad engloban en su interior conceptos de origen magnético.

También en el Yoga, en el Zen estan  presentes los conceptos magnéticos. Se trata, en efecto, de una escuela milenaria que por muchos aspectos sus enseñanzas han sido mantenidas en secreto y transmitidas oralmente a los iniciados.

Para un acercamiento de occidente a parte de esta y para que sea comprendida  facilmente por la mentalidad  moderna es necesario esperar hasta 1800.

En 1800 una parte de la antigua teoría magnética se enfrenta con el espíritu científico despues de que Franz Anton Mesmer, en el siglo precedente, había divulgado una parte de esta doctrina, de la que el aprendió sus principios prácticos al frecuentar algunos religiosos y varios círculos esotéricos.  

Por consiguiente existen varios estudios sobre el concepto del  magnetismo, la mayor parte en francés, publicados a comienzos del siglo (recomendamos el de  H. Durville del que nuestra escuela puede suministrar una copia electrónica digitalizada).
Posteriormente, la implantación de  la psicología tradicional ha conducido a la comunidad científica en otras direcciones.

Incluso con frecuencia se considera a los magnetizadores como como los precursores que ocasionaron  fenomenos  sin recibir una atención seria; para muchos solo la  psicología clínica del siglo XX fue la que planteó una propuesta crítica, interpretativa y seria de los  fenomenos producidos por estos.

Esta idea difusa no tiene bases sobre las que regirse, porque el magnetismo es  al contrario una tradición muy antigua que perdura desde el inicio de los tiempos. .
Algunos magnetizadores de todas formas, incluso sin haber  tenido éxito en algunas ocasiones, e incluso en la tradición secreta más profunda,  han  analizado  con espíritu científico lo que obtenían.  
Como testimonio de eso existe un amplio número de textos críticos y de explicación de los acontecimientos que  producían y observaban , aunque esta toma de conciencia se expresa mediante  un lenguaje específico.

El profesor Meheust (investigador del Centro Nacional de la Investigación Científica-CNRS), un historiador que ha analizado atentamente el fenomeno dice expresamente “Historicamente  la corriente magnetista era no solo un espacio de descubrimiento, era también un espacio de debate: un lugar donde se reflexionaba, al contacto con estos hechos, sobre los puntos de vista alternativos respecto a la naturaleza de la objetividad, los métodos de objetivación de los que podían ser objeto los fenomenos magnéticos, los juegos de poder al interior de la ciencia, el movimiento de las ideas.

El mundo del magnetismo disponía de muchas revistas donde los investigadores confrontaban y exponían sus puntos de vista; y sobretodo es sobre estas revistas que se han desarrollado las discusiones sobre la naturaleza del sonambulismo y es aquí donde se han desarrollado las críticas e ideas no expuestas en los libros.

Cuando los historiadores examinan el magnetismo bajo el  ángulo retrospectivo del psicoanálisis, de la psiquiatría o de las neurociencias toda esta riqueza se elimina.

La aceptación del concepto de magnetismo personal en sí, y sin observarlo a través de la lente de otras disciplinas constituye un profundo enriquecimiento.

En la actualidad solo pocas personas conocen a fondo  esta disciplina más simple, entre otras cosas,  en la práctica que muchas otras creadas sucesivamente y que incluso incorporan unas partes.

Sin embargo las ventajas son tantas: en la vida, en las relaciones, en la terapia, ya que una mayor eficiencia personal es la clave misma del éxito

El profesor Rolland, cuyo padre había escrito entre otras cosas una un pequeño libro al respecto, de la que se han incluido algunos trozos en este libro, nos ha ayudado a entender que era en realidad esta materia.

Además de basarnos en el método transmitido por Rolland, compuesto por  una serie de ejercicios incluso más amplios que los indicados en esta libro, hemos consultado libros tanto  antiguos como modernos y buscado por todas partes personas que se considerasen expertas en la materia , para  comparar y tratar de comprender lo que realmente hay detras de esas palabras.

Si quieres mas informaciones, contacta-nos aqui:

http://www.pnl-nlp.org/courses/contactus.php


This book is part of a cultural project about hypnosis and hypnotherapy.

Our school, directed by dr. Paret, proposes all methods of hypnosis and of hypnotherapy.
It has also has done extensive researches on the tradition behind it.
As a reader of hypnosis, we think you could also be interested in the interesting and poweful techniques of "magnetic hypnotism".
These techniques can help to enhance the results you get with this book or with any book on hypnosis written until today.
Our aim is to help the knowledge of the old tradition of magnetic hypnotism in which we were initiated.

These techniques are not only about psychology. They are also about energy (they are the western path of what in East is kundalini and similar techniques).

They can be useful in therapy, in personal relationships and in every social situation.

The books contain only a piece of this ancient and secret wisdom
The complete system encompass a lot of exercises, both physical as mental.

These exercises are rejuvenating and ggive energy to the practitioner.
They help to have a powerful impact and expand the human potentialities

We propose you these techniques in a practical formation called "Mesmerismus®".
Even if the name contain the name "Mesmer", the techniques are more ancient as them of Mesmer.
It is a secret school and dr. Paret, the director, bring this ancient knowledge in the present world..
They are very natural.
They awake man to himself: there, in himself, he can find maximum power.

In order to know when we will have the next courses use this form:
http://www.pnl-nlp.org/courses/contactus.php

You can also visit the website http://www.hypnotisme.com/hypnotisme/hypnotism-mesmerism.htm


Title of this page:
Home page of our site: http://www.hipnotismo.net
Free Articles and Ebooks on different subjects: http://www.pnl-nlp.org/dn/